El martes, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, reveló una orden ejecutiva que establecerá restricciones más severas para las solicitudes de asilo en la frontera con México, representando una de las medidas migratorias más duras de su administración y llega en un momento crucial previo a las elecciones generales de noviembre.

La orden permitirá la deportación de aquellos que no cumplan con estándares rigurosos de asilo cuando se exceda la cifra de 2.500 detenciones diarias en la frontera durante un promedio de siete días, lo que ya está ocurriendo con un promedio de 4.200 arrestos diarios en abril.

Los protocolos para solicitar asilo se flexibilizarán nuevamente cuando la cifra de detenciones disminuya a 1.500 en promedio durante 14 días, lo cual podría ser difícil de alcanzar considerando los datos actuales.

En esta nueva fase, los migrantes deberán demostrar una «posibilidad razonable» de enfrentar torturas o persecuciones si regresan a sus países de origen. Aquellos que no logren demostrarlo serán deportados rápidamente, aunque se considerarán excepciones para ciertos grupos vulnerables, como los menores no acompañados y las víctimas de tráfico humano.

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