La pitahaya, también llamada “fruta del dragón”, ha visto un impresionante auge en el Perú en los últimos años, posicionándose como un cultivo con un gran potencial de exportación. Esta fruta, valorada por su adaptabilidad a diversos climas y suelos, ha ganado importancia en varias regiones del país.

Originalmente, la pitahaya crecía de manera silvestre en la selva peruana desde tiempos ancestrales, pero en las últimas décadas, ha pasado de ser una planta nativa a convertirse en un cultivo comercial. Su expansión hacia las regiones costeras, como Piura, Lambayeque, Ica y Lima, ha sido impulsada por la creciente demanda tanto en el mercado local como en el internacional.

A partir del 2010, la pitahaya comenzó a cultivarse de manera más intensiva en la costa peruana, beneficiándose del clima cálido y los suelos fértiles de la región. Este entorno favorable, junto con la proximidad a los puertos, ha facilitado las exportaciones, que han crecido de manera significativa en los últimos años. En el primer semestre de 2024, las exportaciones de pitahaya peruana alcanzaron los US$ 1.3 millones, marcando un aumento notable en comparación con el año anterior.

El futuro del cultivo de pitahaya en Perú es prometedor, con expectativas de crecimiento en producción y exportación. No obstante, se reconocen desafíos como la mejora de la infraestructura y la necesidad de fortalecer la colaboración entre productores. A pesar de estos retos, la pitahaya se perfila como un cultivo estratégico para el desarrollo agrícola y económico del país, con un mercado internacional en expansión.

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