En pasados días, con algunas colegas y estudiantes de las carreras de Antropología y Arqueología de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA) visitamos Tiwanaku, más propiamente el lugar arqueológico. Después de pasar por el museo, que tiene más material y está expuesta de manera interesante, coincidimos en que este espacio permite divulgar la memoria física de la civilización de Tiwanaku.

En una tarde plena de sol, visitamos la Puerta del Sol, el Templete Semisubterráneo y la Puerta de la Luna, entre otros. Lamentablemente, al contemplar tan cercanamente, constatamos el fuerte deterioro de la iconografía de la Puerta del Sol, pero también las “cabezas clava” del templete. ¿A qué nos referimos con el fuerte deterioro? En el lenguaje más simple, se están borrando las imágenes talladas de la Puerta del Sol que tantos estudios e interpretaciones ha merecido por muchos investigadores del país y del mundo. El templete, que fue restaurado por Carlos Ponce Sanginés, está muy estropeado. Sin lugar a dudas, hay una explicación más técnica, porque día y noche están expuestos al sol, a la lluvia, a los vientos, a la contaminación, etc. Sin ser alarmista, si no se administra adecuadamente y si no existen políticas de conservación urgentes, de aquí a unos años asistiremos a ver una Puerta del Sol lisa, e incluso que sólo queden arenas. Las cabezas clava serían sólo una especie de piedras redondas.

Hay que recordar que la UNESCO declaró como Centro Espiritual y Político de la Cultura Tiwanaku el año 2000. Es decir, hace 24 años es un Patrimonio de la Humanidad. Por lo tanto, Tiwanaku, al ser uno de los sitios arqueológicos más importantes de Bolivia, debido a su valor excepcional, expresado en la concepción espiritual y la destreza en la construcción de los templos ancestrales y de la estatuaria monumental, no merece la dejadez de todas las autoridades, incluidas las originarias.

Sabemos que la administración de la zona arqueológica recae, principalmente, en las autoridades originarias de la Marka Tiwanaku y sus respectivos ayllus. Si hay quebranto en casi todos los íconos arqueológicos, quiere decir que no existe el mantenimiento adecuado. ¿Cómo es posible que estén en esta situación tan deplorable? El Ministerio de Culturas, mediante su dirección de patrimonio, ¿monitorea o no los lugares patrimoniales de Bolivia declarados por la UNESCO? Otra pregunta para la UNESCO. ¿Cómo realizan el seguimiento a los lugares declarados Patrimonios de la Humanidad, como el caso de Tiwanaku?, ¿qué rol tienen la Gobernación del Departamento de La Paz y la Alcaldía de Tiwanaku en la preservación del Tiwanaku arqueológico? ¿Cuánto dinero destinan las instituciones mencionadas para fines de conservación? En fin.

Por si fuera poco, Tiwanaku es un espacio ancestral que cuenta con otros dos reconocimientos de la UNESCO. Forma parte de los sitios asociados a la inscripción del Qhapaq Ñan (Camino del Inca) y también es uno de los sitios reconocidos como Buenas Prácticas de Valorización de la Cultura Aymara, en conjunto con Chile y Perú, dentro de la lista del Patrimonio Cultural e Inmaterial de la UNESCO.

En documentos de la Unesco, Tiwanaku aparece como el Valor Universal Excepcional del Centro Espiritual y Político de la Cultura, por las características culturales locales únicas. Toda esta pequeña argumentación, hace indispensable y urgente la protección y concientización a la herencia ancestral material y así garantizar la conservación de este patrimonio para los bolivianos/as y para la humanidad.

No quisiéramos ver imágenes, como las de fines del siglo XIX y principios del XX, donde se aprecian casi todos las piezas caídas y dañadas. El saqueo de piezas arqueológicas fue una constante. En esta línea, varios íconos se utilizaron para edificaciones de algunas casas, e incluso para la Iglesia Católica, ubicada en el pueblo de Tiwanaku.

Finalmente, hago un llamado de urgencia a las instituciones del Estado Plurinacional y sus diferentes niveles de administración, y particularmente de las áreas arqueológicas-culturales, además de entidades académicas como la UMSA y por supuesto a la ciudadanía interesado/a en preservar la memoria de nuestra ancestralidad, pronunciarse públicamente. Tiwanaku wawa qala, sasaw wali arst’astanxa. Uka qala wawanakaxa wali tukusitjamawa jichhurunakanxa. ¿Kunatsa jan yaqtan uka suma lurawinakasaruxa?

(*) Esteban Ticona Alejo es aymara boliviano, sociólogo y antropólogo

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