A pocos días de recibir el evento APEC, que traerá a líderes de todo el mundo a nuestro país, es imposible ignorar la cruda realidad que vivimos. El Perú se desangra ante la creciente inseguridad ciudadana, y el panorama es alarmante. En lo que va del año, más de 1,700 personas han sido asesinadas por sicarios, mientras estos delincuentes siguen incendiando vehículos de transporte público y disparando contra buses con pasajeros a bordo. Estos actos violentos son cada vez más frecuentes en distritos como Villa María del Triunfo, Los Olivos, Villa El Salvador, San Juan de Lurigancho y Puente Piedra, a pesar del estado de emergencia.
La tragedia también golpea nuestros hospitales, carentes de camas, medicinas y equipos de laboratorio. Nuestras escuelas, por su parte, están rezagadas tecnológicamente, impidiendo que nuestros jóvenes puedan competir en un mundo moderno.Mas de “500 mil estudiantes abandonaron la escuela durante el 2022 y 2023”, dejando a una generación sin acceso a internet, computadoras y otros recursos innovadores. Esta falta de tecnología e infraestructura es una falla profunda del Estado y una clara muestra de que nuestras autoridades han fallado en proporcionar servicios básicos y de calidad.
Mientras el Perú clama por instituciones sólidas, seguridad y un sistema de servicios efectivo, lo único que prolifera son las organizaciones criminales y la corrupción. Hoy nos encontramos entre los países más inseguros del mundo, y nuestra capital, Lima, ocupa un lugar vergonzoso entre las 20 ciudades más peligrosas del planeta.
Esta crisis de inseguridad y abandono no refleja la esencia del pueblo peruano, sino la incapacidad de quienes nos gobiernan. Nos hemos convertido en una vergüenza a nivel mundial debido a la negligencia e incompetencia de nuestras autoridades. Desde ADESEP, reafirmamos nuestro compromiso de luchar incansablemente por una auténtica reforma en seguridad, educación y justicia, pero necesitamos que los líderes en el poder demuestren voluntad y firmeza para cambiar el rumbo de nuestra nación.
Exigimos acciones contundentes y urgentes. El Perú necesita una transformación profunda, que priorice la integridad, la seguridad y el desarrollo de su gente. Ya no podemos esperar más.