La principal fuente de agua para Piura es el reservorio de Poechos, cuyo contenido se destina prioritariamente al abastecimiento de agua potable para consumo humano en las principales ciudades de la región, como Piura, Sullana, Paita y Talara. Dichas localidades tienen una demanda mensual estimada de agua de entre 4 y 5 millones de metros cúbicos (MMC). Complementariamente al abastecimiento de las viviendas, a través de los canales Daniel Escobar, Miguel Checa, Norte y Sur, se suministra agua de riego a aproximadamente 150.000 hectáreas en los valles del Chira, Medio Piura y Bajo Piura. Es casi la tercera parte de los campos de cultivo de la región (500.000 hectáreas). El campo es el principal consumidor del agua de Poechos con cerca de 140 a 150 MMC al mes. Es decir, el consumo humano de las ciudades en un mes apenas cubre el consumo agrícola de un día. En las áreas cultivadas conviven productos clave para exportación y para el consumo interno, tales como banano, uva, limón, arroz y mango. Es preciso indicar que existen otros usos intermitentes del agua, como el abastecimiento de las tres centrales hidroeléctricas de la zona y actividades piscícolas, pero no la consumen en sí.

Existe otro gran reservorio en la región: San Lorenzo, que con una capacidad menor que Poechos, abastece importantes zonas de riego, como Las Lomas, Tambogrande y Querecotillo. En estas áreas destacan cultivos como el mango y el limón, mientras que en distritos como Querecotillo también sobresale el banano orgánico. Según el último registro oficial, el reservorio de San Lorenzo abastece alrededor de 38.000 hectáreas de cultivo. Sin embargo, estimaciones extraoficiales sugieren que en realidad estaría suministrando agua de riego a más de 57.000 hectáreas. Considerando que su enfoque principal es el riego y que el consumo humano corresponde a una población menor, la demanda total se estima entre 53.5 y 57.5 MMC al mes.

En ese contexto, la región enfrenta una crisis hídrica sin precedentes que pone en riesgo tanto las actividades agrícolas como el suministro de agua potable. El reservorio de Poechos ha reducido su capacidad de almacenamiento a niveles críticos. Un informe preliminar del 23 de octubre del 2024 señalaba que el volumen de agua disponible era de apenas 14 millones de metros cúbicos (MMC). Sin embargo, un informe final emitido el 6 de noviembre corrigió esta cifra a 43 MMC, un volumen más alentador, pero aún muy inferior a la capacidad máxima del reservorio, que es de 1.000 MMC, y muy por debajo de las necesidades de sus usuarios habituales. La discrepancia entre los informes se atribuye a la falta de equipo adecuado y a la ausencia de personal clave de las empresas contratistas responsables de la medición en el primer informe preliminar, sumado a la premura en la entrega de los resultados. Con la publicación del segundo informe, muchos agricultores, privados de agua para sus cultivos, sienten que la información real está siendo ocultada debido a los bruscos cambios en las cifras del reservorio.

Pero ¿por qué hay menos agua de la que debería tener? Esta disminución tiene múltiples causas, siendo la principal la acumulación de sedimentos, un problema que no ha sido gestionado adecuadamente durante años y que ha reducido significativamente la capacidad de almacenamiento del reservorio. Este proceso de sedimentación se ha intensificado en eventos climáticos extremos, como los fenómenos de El Niño y el ciclón Yaku. A esto se suma la deforestación y el incremento de la actividad agrícola en las zonas altas de la cuenca del río Chira, factores que incrementan la erosión y facilitan el arrastre de sedimentos hacia el embalse. Además, el cambio climático ha provocado ciclos de sequía más prolongados, dificultando que el reservorio pueda recuperarse con la rapidez que lo hacía en décadas anteriores.

El reservorio de San Lorenzo enfrenta un problema similar. Para empezar, su capacidad máxima es significativamente menor, alcanzando apenas 195 MMC. Además, la falta de lluvias y la acumulación de sedimentos han obstaculizado su correcta regeneración. Muchos de los canales secundarios y auxiliares presentan reformas incompletas, lo que interrumpe constantemente su operatividad. Hasta el cierre de esta nota, el 14 de noviembre, se registró una reserva de 28 MMC disponibles en el reservorio para su uso. Igualmente, por debajo de lo que se necesita para cubrir las necesidades de sus usuarios.

El déficit hídrico es evidente, lo que ha obligado a las autoridades a priorizar el consumo humano por encima del uso productivo, como está establecido en la normativa que rige el uso del agua. Durante la última semana, del 7 al 12 de noviembre, el Proyecto Especial Chira Piura, encargado de operar y regular el reservorio de Poechos y sus recursos hídricos, asignó 15 MMC a través de dos de los cuatro canales principales para el riego en el valle del Chira, Bajo Piura y Medio Piura, y Sechura. Sin embargo, esta cantidad resultó claramente insuficiente para cubrir la demanda de agua de uso agrícola en toda la región. Muchas áreas quedaron desabastecidas, como las servidas por el canal Miguel Checa. En estas últimas, el agua no llegó a las zonas finales del canal, afectando a comunidades como La Noria, Samán, Mallares, La Golondrina, Ventarrones e Ignacio Escudero.

Con relación a la reserva de San Lorenzo, se han implementado turnos estrictos que prolongan los periodos sin liberar agua hacia los cultivos. Esta situación, agravada por recientes protestas de los agricultores afectados, especialmente aquellos dedicados al cultivo de arroz y limón, ha llevado a un acuerdo para liberar agua durante cuatro días adicionales. Como resultado, la reserva se verá reducida a apenas 17.57 MMC, un nivel alarmantemente crítico. Según lo establecido en la Ley N.° 29338 sobre Recursos Hídricos, los cultivos permanentes, como el banano o el limón, deberían tener prioridad en el acceso al agua sobre cultivos de ciclo corto como el arroz o el maíz.

Lamentablemente, los más perjudicados por esta crisis son los pequeños y más vulnerables productores. Por otro lado, los grandes productores, cuyos cultivos suelen estar orientados a la agroexportación, cuentan con grandes reservorios propios de agua, lo que les permite ser autosuficientes y reducir su dependencia de los grandes reservorios como Poechos y San Lorenzo, colocándolos en una posición de menor riesgo.

Debido a la distribución de cultivos en la región, es probable que el arroz sea el más afectado en términos de volúmenes, dado que requiere de grandes cantidades de agua y ocupa el último lugar en el orden de prioridades. Se estima que podrían perderse cerca de mil hectáreas de arroz, lo que representaría un impacto económico de casi 10 millones de soles en sembríos, aunque estas cifras aún son preliminares. Si bien el arroz es un producto de consumo interno y tiene un valor relativamente bajo en comparación con otros cultivos de la región, esta situación representa un golpe significativo para las economías de muchas comunidades locales. Sin embargo, debido a la variada producción de arroz en otras partes del país y a que la transmisión de costos no es inmediata, se espera que el aumento de precios de este producto tarde en reflejarse a nivel nacional.

En cuanto a la uva, uno de los pilares de la canasta agroexportadora peruana, Piura es la segunda región con mayor exportación de este producto, con cerca de 30,155 hectáreas dedicadas a su cultivo en Medio Piura. Esta actividad incluye grandes agroexportadoras, como Sociedad Agrícola Rapel, así como pequeñas producciones en zonas como Mallares y Querecotillo. La actual escasez hídrica coincide con el punto álgido de la campaña, en pleno desarrollo de los envíos internacionales. Por ello, no se espera un impacto inmediato en las próximas semanas, ya que los contenedores están en tránsito hacia sus destinos. Sin embargo, dependiendo de la gestión que realicen las agroexportadoras sobre sus propios reservorios, podrían surgir problemas hacia el final de la campaña, la cual concluye antes que la de Ica. La campaña de uva en Piura, que estaría en riesgo, representa alrededor de US$ 100 millones en exportaciones.

El banano es uno de los productos de exportación más amenazados por la crisis hídrica. La mayor parte de su producción está en manos de pequeños agricultores organizados en diversas cooperativas exportadoras, que en conjunto abarcan más de 12,000 hectáreas en el valle del Chira. Lamentablemente, estos agricultores están enfrentando graves daños en sus cultivos debido a largos periodos sin riego, algunos de ellos superando los 50 días. En este caso, se estima que las pérdidas podrían alcanzar el 20% de la producción total, lo que representaría cerca de US$ 20 millones en exportaciones.

Otro producto emblemático de la región es el limón, con cerca de 18,400 hectáreas cultivadas, principalmente en el valle de San Lorenzo. Sin embargo, no todas las variedades están siendo afectadas de la misma manera. La principal especie destinada al mercado interno es el limón sutil, mientras que el limón Tahití, en su mayoría, se destina a la exportación. Los reportes preliminares sugieren impactos diferenciados entre ambas variedades.

El limón sutil, cuya producción está más dispersa y menos tecnificada, ha sufrido daños significativos en su floración, lo que ha provocado una caída en su producción y, por consiguiente, un aumento anticipado en su precio. Se estima que el volumen de esta variedad podría disminuir hasta en un 40%. Por otro lado, el limón Tahití, cuya producción tiende a ser más tecnificada y cuenta con productores que disponen de reservorios para mitigar la escasez de agua, podría experimentar una reducción más moderada, de entre 8% y 10%, poniendo en riesgo cerca de US$ 15 millones. Esto refleja las diferencias en los niveles de tecnificación y capacidad de gestión hídrica entre los productores de ambas variedades.

Por último, el mango, un producto clave para la exportación regional con cerca de 20,000 hectáreas cultivadas, enfrenta nuevamente grandes desafíos tras años de adversidades. En su segunda floración, el estrés hídrico ha limitado el tamaño del fruto, dejando calibres pequeños que dificultan su aceptación en los principales mercados internacionales. Además, de continuar la actual escasez de agua, se prevé que en la tercera floración se produzca una caída temprana de los frutos, lo que agravará aún más la situación. Se estima que estos factores podrían reducir los volúmenes de producción entre un 20% y un 25%, lo que pone en riesgo aproximadamente US$ 50 millones en exportaciones.

Como solución a corto plazo, se están rehabilitando 36 pozos subterráneos para consumo humano y otros 212 para el sector agrícola, aunque esta cantidad sigue siendo insuficiente según la Autoridad Nacional del Agua (ANA). No obstante, con la llegada de la temporada de lluvias en la región, se espera que la situación se alivie progresivamente en las próximas semanas y que la crisis pueda superarse, a más tardar, para fin de año. Sin embargo, el problema estructural persiste: la alta colmatación impide que la represa opere a plena capacidad, limitando su almacenamiento a aproximadamente la mitad de lo que debería contener. Para abordar este desafío, se están organizando foros técnicos para buscar soluciones viables y rentables de descolmatación, como el foro “Recuperación de Poechos,” que se celebrará el 22 de noviembre en la Universidad de Piura.

Además, es imperativo desarrollar nueva infraestructura para la reserva de agua para consumo humano y el riego. Existen temporadas en las que la región enfrenta precipitaciones muy intensas, por lo que sería ideal aprovechar estas épocas para almacenar agua. En este contexto, la creación de reservorios estacionales con capacidad para grandes volúmenes, así como reservorios de retención de inundaciones, se presentan como las opciones más viables para la región.

No obstante, la gestión del agua no es el único desafío para enfrentar. Existe un grave problema relacionado con la selección de cultivos y la escasa planificación de la frontera agrícola. El acceso fácil y poco regulado al agua en la región ha fomentado la proliferación de cultivos que requieren gran cantidad de este recurso, y que en ocasiones resultan menos rentables, además de contribuir a una mayor deforestación. Esto crea un ciclo perjudicial: debido al bajo costo del agua, se tiende a optar por estos cultivos, que son más fáciles de manejar y permiten obtener una cosecha rápidamente, como es el caso del arroz o el maíz.

El camino adecuado es fomentar los cultivos permanentes, que, aunque más complejos de gestionar y de lenta rentabilidad inicial, requieren menos recursos hídricos. Un ejemplo destacado son las grandes exportadoras de uva, que han logrado convertir áreas desérticas en zonas sostenibles mediante la construcción de reservorios de agua y el cultivo de uvas. Sin embargo, esta transición hacia una agricultura moderna no puede ser realizada solo por los pequeños agricultores; es esencial que las entidades estatales ofrezcan respaldo y coordinación para facilitar y gestionar este cambio de manera efectiva y sostenible.

Fuente: Fresh Fruit

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